¡Volví del colegio temprano y pillé a mis papás HACIÉNDOLO!
Hola, soy Fred y ahora intentaré contarles, cómo cuando tenía 14, volví del colegio temprano y encontré a mis papás haciendo algo raro.
Bueno, mis papás y yo vivíamos muy bien, les tenía mucho respeto a los dos. Teníamos una relación de confianza, sin ningunos secretos, al menos eso pensaba antes. Nos gusta mucho viajar en familia. De mis experiencias favoritas es cuando cruzamos el río por los puentes colgantes, es una sensación increíble. Ver, cómo se mueve el río debajo del puente. Siempre pienso, qué pasaría, si esta construcción tan insegura se cae, ¿cómo vamos a salvarnos? Salvaría a mi mama primero, porque es mujer, además, soy su hijo y le debo mi vida a ella. Siempre me sorprendía que esta mujer, tan frágil y delicada no le tema a las alturas. Le encantaba mirar hacia el abismo. Un día nos fuimos de casa por una semana, llevábamos mucha comida, ropa pesada, nos divertíamos muchísimo. Nadábamos y jugábamos waterpolo, es decir, para nada nos aburrimos, vivíamos a lo salvaje. No quise volver a la ciudad tan calurosa y bochornosa. La última noche dormía a parte de mis papás
y escuche de su lado sonidos muy raros. Tenía miedo, pero sabía, que no debía entrar a la carpa de mis papás y molestarlos.
Cuando volvimos a casa, salí a jugar con los otros chicos del barrio, y cada uno de ellos me contó, cómo les fue en el verano. La mayoría de las historias me parecían tontas, incluso poco decentes. Una vez escuché, como uno de los chicos le contaba a todo el mundo cosas muy vergonzosas sobre sus papás. Eso fue desagradable, no quise pensar mal de mis padres.
Pero resultó así, que un día volví del colegio más temprano y no encontré a mi mamá. Eso me pareció muy raro, pero me fui a mi cuarto a jugar en la computadora. Pensé que se fue a la tienda o a visitar a una amiga. De repente escuché un sonido muy raro, luego las voces de mis padres. Estaban en su cuarto, a veces se reían y a veces hablaban en voz baja. Luego escuché el grito de mi mamá, me asusté, me congelé sin entender lo que estaba pasando. La curiosidad le ganó a mi susto, decidí abrir un poquito su puerta. Cuando logré a hacerlo, enfrente de mis ojos había una escena bastante inusual. Mi papá estaba de pie y mi mamá se subió sobre sus hombros. Ella se balanceaba mientras hacía malabares. Esa escena inimaginable casi me paralizó. No pude entender para qué estaban haciendo eso, además, estaban vestidos con ropa de circo. De repente, sin querer, moví la puerta, hizo ruido, mi papá se asustó y volteó la cabeza. Nos miramos el uno al otro sorprendidos. Les observaba y no lo pude creer: ¿de verdad son mis papás, esos gimnastas destacados, que ocultaban sus habilidades de mi? ¡Que cosa más rara! No dije una palabra hasta el final del truco. Luego mi mamá saltó al piso, empecé aplaudir como loco. Noté la confusión en sus caras, pero en el mismo tiempo alegría.
En la noche, mientras cenamos, les hice unas preguntas: “¿De dónde viene estas habilidades y esos trajes?” Me contaron que hace muchos años fueron trapecistas y trabajaban juntos bajo del cúpula de un circo de verdad Adoraban su trabajo, se conocieron en el circo, cuando los dos eran jóvenes estudiantes. Desde el inicio no trabajaban juntos, pero sintieron tanta atracción uno al otro, que más tarde formaron equipo. Pasaron unos años viajando con espectáculos en diferentes ciudades. Todo es mundo les aplaudía y les quería. Los carteles con sus retratos decoraban las ciudades, y agotaban las entradas.
Mamá sacó sus viejas fotografías de cuando eran cirqueros. Fue una noche de recuerdos, mi mamá incluso se echó a llorar. Después de tres años de su vida juntos, aparecí yo, y ella tuvo que dejar su trabajo favorito para criarme a mí. Papá, a su vez, tuvo que abandonar el circo para no arriesgar tanto su vida y para ganar más, porque mi madre ya no trabajaba. Se transformaron en una familia ordinaria. Mi padre trabajó con éxito como asistente de ventas, mi madre estudió contabilidad, y cuando fui al jardín infantil, comenzó a trabajar en el departamento de planeación. Estaba orgulloso de ellos porque lograron mantener una relación cálida y amorosa.
Ahora, estoy muy feliz de vivir en una familia así. Por supuesto, me ofendió un poco que me ocultaban tan interesante pasado. Pero no fue en serio. Nos acercamos aún más, incluso los animé a regresar al circo. Se rieron y dijeron que los músculos ya no son los mismos. Me prometieron mostrarme sus mejores trucos.
Así son mis papás que sacrificaron su trabajo favorito por amor a mí. Esta es la verdadera felicidad, vivir por tu familia. Quiero vivir como ellos y les deseo a todos este nivel de comprensión.
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