Iglesia de San Bartolomé de Gavín.
En primer lugar quiero enviar desde aquí mi agradecimiento una vez más a D. Antonio García Omedes por su magnífica web romanicoaragones.com, donde tuve conocimiento de la existencia de esta iglesia, y a D. José Luis Febas, presidente de la Asociación de Amigos de Broto y su valle, quien una tarde de verano, junto a la ermita de San Blas de Broto nos animó a mi esposa y a mí a visitar esta inolvidable obra dándonos instrucciones precisas para llegar a ella. Sin la ayuda de uno y otro hubiéramos pasado de largo aún estando a escasos trescientos metros de este objetivo. Va por ustedes, maestros.
La iglesia de San Bartolomé de Gavín está situada en un paraje de montaña de la comarca del Serrablo en donde hubo alguna población hoy desaparecida de la que solamente queda este vestigio, como en tantos lugares de España ocurre. Está incluida en el grupo denominado Iglesias del Serrablo, las cuales se identifican por su estilo arquitectónico fijado en nave única, ábside y arcos de herradura, así como unos peculiares adornos realizados en la propia fábrica y la ausencia total de esculturas.
Fue construida a mediados del siglo XI, aunque hay fuentes que la datan en el X, y como sus hermanas, es de nave única. Ostenta una airosa torre en el muro sur, la cual es el único elemento original conservado intacto, pues la nave ha sido afortunadamente restaurada por la Asociación de Amigos del Serrablo que han evitado la ruina total de la fábrica.
De la nave a la torre se pasa por un a bóveda que es el desarrollo de su puerta en arco de herradura de claro origen visigótico o mozárabe. En mi ignorancia, puedo permitirme compararla con las vistas en Santa María de Melque, Toledo, también del siglo X.
La torre llama la atención desde lejos por su armonía y belleza; en ella se distinguen dos tramos; el primero está decorado por dos círculos por cada cara formados por dovelas-clave enmarcados en molduras que forman en su conjunto un rectángulo. En el lado Sur podemos admirar una elegante ventanita en arco de herradura. El segundo tramo es posiblemente obra posterior a juzgar por el tamaño y el color de los sillares, con ventanas de tres vanos separados por dos columnas de rodajas similares a las que podemos ver en el cercano monasterio de San Pelay, las cuales están rematadas por tres arcos de herradura. Por el interior las ventanas presentan derrame en escalera. Por encima, hay un friso de baquetas de una sola pieza de piedra cortada y finalmente se cubre por una falsa bóveda resuelta de forma graciosa y contundente. Para salvar el desnivel del terreno, se apoya sobre una amplia bancada de piedra que resuelve airosamente el problema arquitectónico y topográfico.
Siguiendo un senderillo que nace al lado del edificio y bajando unas escaleras, llegamos a un ameno y frondoso lugar donde mana una fuente y hay unas mesas y bancos para esparcimiento y descanso de quienes quieran pasar allí el día.