LA MUERTE EN EL SIGLO XXI DE UN FUERTE HISTÓRICO. El Castellet de Peñíscola.
MUERTE SILENCIOSA DEL CASTELLET DE PEÑÍSCOLA: De repente detrás de la maleza, ocultos entre una belicosa pinada, aparecen los primeros muros del “fuerte”. A primera vista impacta el “abandono total de sus murallas” y como la maleza lo está cercando en una lucha sin cuartel, destruyéndole sin piedad la cimentación.
Es alarmante la gestión, más bien se podría decir “la no gestión”, que se está llevando sobre el rico patrimonio humano de la Sierra de Irta. Y de esto tenemos la culpa todos, porque no levantamos la voz.
Restos de cerámica popular desvelan un posible calendario de fechas comprendido entre los años 1.800 y 1.900, además decenas de pedazos de teja nos indican que hubo una parte en el fuerte techada, quizá central, para armas y munición.
Para su construcción se utilizó una combinación de técnicas populares: Piedra en seco, relleno de barro en el interior de las murallas, y una mezcla de tierra y cal para las aristas y niveles, también hay puntos reforzados con el mismo tipo de hormigón que encontramos en algunos lienzos del XVIII del Castillo de Peñíscola.
Aunque llama la atención las piedras con las que está construido, muy pequeñas, la mayoría pueden ser transportadas por un solo hombre y en una sola mano. Esto nos indica que fue construido con mucha “urgencia” y quizá en menos de 15 días. Porque además, los muros no son muy altos, apenas 30 cm sobre la talla de un hombre normal, y tampoco muy gruesos, aproximadamente entre 60 y 90 cm.
Así, con estas primeras observaciones podemos decir que: Estamos hablando de un fuerte construido con mucha urgencia y con el claro objetivo de que su duración en el tiempo fuera muy corta, incluso que se pudiera destruir con facilidad en caso de retirada y dispersión por la Sierra.
Asimismo hay que destacar en este fuerte, que pese a las técnicas populares de construcción, fue diseñado por un constructor o arquitecto con grandes conocimientos sobre la arquitectura militar. Pues presenta una planta con un diseño perfecto de una estrella de ocho puntas (diseño de muchas fortalezas caribeñas de tiempos de Felipe II). En cada brazo de la estrella, existen cinco troneras o lugares de disparo, una central y cuatro laterales, y eso permite que no quede ni un solo punto ciego a los defensores del fuerte. Por tanto 5 troneras por ángulo, hacen un número total de 40 puntos de disparo, por lo que podemos afirmar que este fuerte pudo albergar a unos 50 hombres equipados con armamento ligero, que a su vez, fueron los constructores y los defensores.
Y por los accesos difíciles al mismo, podemos decir, que estos hombres no pertenecían a un ejército regular en el sentido estricto, por lo menos no tenían la orden de actuar como tal. Serían como una especie de avanzadilla o como un cuerpo especial dedicado a acciones de vigilancia, “guerrilla” o de “antiguerrilla”. Lo cierto es que estaban esperando ser atacados de forma inminente por todos los flancos (¿Acaso estos hombres fueron el servicio de espionaje e inteligencia que preparó el ataque a las tropas francesas acantonadas en Benicarló el 30/12/1811?
En cuanto a la prueba de su origen, la encontramos en la casa de campo ubicada en la falda de la cima del Castellet, aproximadamente a 300 m., más concretamente en su aljibe, una clara construcción abovedada similar al polvorín de la zona del actual jardín del Castillo de Peñíscola. Ella sin duda formaba parte del complejo, ya que es el único lugar con un depósito significativo de agua, con espacios muy definidos. Una habitación en alto posiblemente para el oficial del grupo, ubicada sobre una cuadra con capacidad para dos o tres caballos utilizados para las misiones de correo. (¿Acaso esta casa de campo es la de la viuda de D. Agustín Ayza donde se celebró el juramento el 22/09/1813 de los nuevos cargos constitucionales de Peñíscola?)
Así como hipótesis global, este fuerte se construyó con urgencia, sobre 15 días, por soldados españoles, dentro del “plan estratégico de defensa de Peñíscola contra el ejército francés. Su intención era controlar la ruta de Valencia y vigilar la ruta de la costa, desde Benicarló a Tarragona. Estaba formado por una avanzadilla de 50 hombres equipados con armamento ligero, sin caballo, con grandes conocimientos sobre los rincones de refugio y sendas de la montaña, con la misión de hostigar al Ejército Imperial Napoleónico y en caso de problemas, con la orden de destruir el fuerte y dispersarse por la Sierra de Irta”.
Este fuerte sin duda fue ocupado por el ejército francés tras la rendición de la Plaza (1812), esto explicaría el posible hallazgo de botones de casaca del Ejército Napoleónico.
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