31 días en El Camino De Santiago: Dia31 Pedrouzo-Santiago De Compostela
Dejo el albergue O Burgo muy temprano cuando empieza apenas a aclarar el día, me encamino a recorrer mi última etapa de El Camino de Santiago, me cuesta trabajo creer que ya solo me faltan 20 kilómetros para llegar a feliz término esta aventura, que atrás se han quedado 30 días de caminar y de vivir una experiencia única e inolvidable.
Luego de dejar Perdouzo por la Rúa do Concello me interno por una pista de tierra entre un enorme bosque de eucaliptos para luego ir pasando por varias aldeas, luego de poco más de 6 kilómetros paso por un monolito esculpido con el bordón, la calabaza y la vieira indicando la entrada al municipio de Santiago, recorro la valla del aeropuerto y después de 5 kilómetros más paso por las instalaciones de TV Galicia y TV Española.
Más adelante alcanzo el Monumento del Monte do Gozo desde donde se alcanza a ver una panorámica del centro de Santiago y las torres de la catedral, continuo caminando por varias calles hasta finalmente alcanzar la entrada al casco histórico de la ciudad por la Rúa das Casas Reais, voy caminando por esta calle estrecha y empedrada y empiezo a sentir una emoción muy especial y encontrada, por una parte una gran alegría y felicidad por haber cumplido mi objetivo y estar llegando al final del camino sin ningún contratiempo, y por otra, una profunda tristeza por saber que ya no habrán más días en el camino y todo lo que ello significa, en verdad que voy a extrañar esos días.
Continuo por la calle que desemboca en la Praza de Cervantes, volteo a mi derecha para seguir por La Rúa da Acibechería y se empieza a sentir un ambiente de fiesta producido por el bullicio de muchos turistas y los músicos callejeros que alegran el momento, unos metros más adelante y con la música de la gaita paso bajo el Arco del Palacio, un pasadizo que me introduce directamente a la Plaza del Obradoiro frente a la fachada principal de la Catedral, me planto en el centro de la plaza y recuerdo que hace 9 años ya había visitado este lugar viajando en autobús como turista, pero ahora llegar a pie como peregrino es una emoción inigualable e incomparable.
Más tarde me dirijo a la oficina del Peregrino en la Rúa del Vilar donde me ponen el último sello en mí librito credencial del peregrino y me otorgan la Compostela.
Alcanzo a llegar a tiempo a la misa del peregrino que se ofrece en la Catedral, es un momento muy emotivo donde se sensibiliza el espíritu del peregrino con la solemnidad de la ceremonia religiosa que culmina al final con la ofrenda del botafumeiro, y fue ahí en los pocos minutos que duró el vuelo del enorme incensario, que al estarlo contemplando, me pasó rápidamente por la mente el recuerdo del recorrido de todos los lugares del camino por donde pasé, de los hermosos y grandiosos bosques, los maravillosos paisajes, los extensos sembradíos, la enorme meseta castellana, los grandes y pequeños ríos y arroyos, los puentes medievales de piedra, las aldeas y pueblos mágicos con sus casas antiguas y calles estrechas y empedradas, las catedrales, iglesias y monasterios enriquecidos por su pasado histórico, la amabilidad y disposición de la gente que atiende los albergues, y sobre todo, los peregrinos de muchas otras nacionalidades que en algunas o muchas ocasiones coincidimos en los albergues, en el cafecito y en el camino.
Al final me queda para mí, una gran satisfacción de esta experiencia y el recuerdo imborrable de todo lo que me tocó vivir, ahí, en El Camino de Santiago.