AMANECER EN SANLÚCAR DE GUADIANA - HUELVA
Los bellos amaneceres tienen tanto tiempo de existencia como la vida de nuestro planeta Tierra. El lugar puede tener su grado de implicación, y para esta ocasión hemos elegido, en nuestra opinión, uno de los pueblos más bellos de la provincia de Huelva, Sanlúcar de Guadiana, culminando aún más su belleza la armonía que aportan su pueblo vecino portugués de Alcoutim, el río Guadiana y el espectacular paisaje de monte bajo que lo rodea, siempre dominado y vigilado por el castillo de San Marcos.
Unas nubes nos acompañaban en este hermoso amanecer, como si unas señales de humo nos mandaran algunos mensajes. En el horizonte, por oriente, los tonos amarillos comienzan a aparecer.
¡Ay que el cielo, ay que el viento, y la nube…! Surge la luz sobre temblorosas y frágiles nubes; el viento con vestido y elegante caminar acompaña a las mismas, que se alejan como el humo; observamos la alegría del eterno viajero rubio, que regresa a diario, y siempre para comenzar; la alegre luz embellece el paisaje con sus estelas crepusculares.
La luz comienza a iluminar las blancas casas encantadas. Ubicados frente a frente, sobre ambas riberas del río Guadiana, Alcoutim (Portugal) y Sanlúcar de Guadiana (España), separados por un vuelo de tirolina. Dos municipios casi idénticos en su elegancia exterior de color blanco.
En Sanlúcar de Guadiana, desde lo más bajo, que es el puerto fluvial, hasta lo más alto, que es el castillo de San Marcos, se extiende la población. Sus calles son más empinadas que numerosas y sus casas parecen que chorrean ladera abajo. El encalado de sus casas, sus intrincadas cuestas, el pequeño puerto fluvial, los cañaverales de las riberas, y sobre todo las encantadoras vistas del río, representan un espectáculo de singular belleza.
En época musulmana, tiempos de la Taifa de Niebla, algunas personas eligieron este rinconcito del Andévalo para disfrutar de sus bellos amaneceres. Con la reconquista cristiana de la zona protagonizada por Sancho II de Portugal (mediados del siglo XIII), se crea una ciudad estable en lo que hoy es el núcleo urbano de Sanlúcar de Guadiana. Pronto pasó a la influencia de Gibraleón y posteriormente a la familia de los Guzmanes, quien le puso el nombre de aquella otra Sanlúcar (de Barrameda), también bajo sus dominios.
Alcoutim y Sanlúcar, dos países distintos, dos lenguas distintas, dos culturas diferentes, horarios distintos, pero que comparten en el instante el mismo sol, la misma luna, las emociones, las sensaciones e incluso un momento festivo común: el Festival del Contrabando. Esto no quita que hayan vivido un pasado histórico de continuos enfrentamientos bélicos, uno de ellos fue la Guerra de Independencia de Portugal.
A raíz de este conflicto bélico, a mediados del siglo XVII, se hizo necesario reforzar la frontera ante los ataques portugueses. Así fue cómo se construye en 1642 el castillo de San Marcos, que formaba parte de la Raya de Huelva, construcciones defensivas implantadas por ambas coronas para el control estratégico de la zona y que llegaba hasta Galicia, constituyendo lo que se conoció como la “Banda Gallega”.
El castillo de San Marcos se había construido sobre diversas fortificaciones anteriores que llegan incluso al siglo XIII. El recinto cuenta con un antemuro que se adapta a la superficie del cerro donde se asienta. El fuerte, de forma poliédrica, dispone de tres cubos circulares y uno de forma triangular, en el que se conserva una garita. En el interior del castillo se encuentra el antiguo Cuartel de la Tropa, edificación construida en el año 1700 por orden del monarca Felipe V, hoy reconvertido en el Centro de Interpretación Transfronterizo de las Fortificaciones Abalaustradas del Bajo Guadiana.
En las imágenes observamos la fortaleza restaurada, ubicada en un entorno privilegiado, dominando el marco paisajístico de la Frontera Fluvial del Bajo Guadiana, mientras las nubes se alinean con el naciente sol y el castillo, bella estampa; otro grupo de nubes se entretienen dejándose atrapar entre dibujadas colinas de monte bajo, pero siempre vigilantes de la belleza de los suaves y caprichosos meandros del río, y mientras…