La Fuentona y El Sabinar de Calatañazor
Nos dirigimos hacia uno de los más bellos parajes sorianos, y más visitados. La Fuentona de Muriel, nacedero del río Abioncillo. Un camino de tierra, nada más pasar el puente, antes de entrar al núcleo urbano, a la derecha, aproxima al viajero a un refugio. Desde ahí, donde debéis dejar el coche, aguas arriba, cuatrocientos metros separan de La Fuentona, pequeña laguna desde donde el lecho del río mantiene una horizontalidad y una inusual transparencia en sus aguas. Mana a los pies de unas potentes masas calizas, rodeadas, cubiertas por sabinas, pino negral y chopo, además de las plantas propiamente acuáticas.
Todo su entorno está protegido, tanto por su belleza como por su gran valor natural; las amenazas en estos tiempos podrían llegar desde cualquier iniciativa que provocarían la erosión y el deterioro.
Las diez de la mañana es la mejor hora para contemplar el líquido fondo de la laguna así como las truchas que pueblan el río, sobre todo bajo la pasarela que lo atraviesa, y en el paraje Pozo Peñandía.
Aguas abajo del nacimiento, en la margen izquierda, el Abioncillo asume el aporte de las aguas de la fuente de la Calabaza: tres grandes chorros, de regular caudal, que desaguan a unos dos metros del cauce, y que drena, como la de La Fuentona y El Cura, el agua que se acumula en todos los materiales calizos del entorno.
Todo el paraje es tan sugerente, que, a buen seguro, si lleváis en la mochila algo para comer, aprovechar para hacerlo en el refugio donde habéis dejado el coche. Si es verano, hasta podréis bañaros en las aguas del río Abioncillo.