LA CORTE (CORTEGANA) - HUELVA
Los municipios y núcleos de población en general de la sierra de Huelva son muy pequeños. En población podemos destacar a Aracena, capital de la comarca, y a Cortegana, ya en la parte más occidental.
Si partimos de Cortegana y tomamos la carretera HV-2211 (carretera de La Corte) nos vamos a encontrar una serie de aldeas, unas pertenecientes al municipio de Cortegana y otras al de Aroche. Se trata de una carretera comarcal que de ella salen varios ramales de comunicación (“vereas” de carne) que son antiguos caminos donde se desplazaban al ganado de la zona hacia otras poblaciones.
Una de estas aldeas es La Corte, pequeña y tranquila pedanía perteneciente al municipio de Cortegana, situada a tan solo seis kilómetros de dicha localidad.
En las imágenes de esta aldea observamos la estampa típica serrana: calles estrechas pavimentadas de piedras (empedradas), casas con fachadas blancas relucientes y cubiertas con rojas tejas árabes; la mayoría de las casas son de planta baja con un doblado, teniendo en su parte trasera un corral, patio o huerto. Y todo el núcleo de población rodeado de un precioso y denso bosque de encinas, alcornoques, quejigos, castaños y vegetación de jaras, jaguarzos, tomillos, lentiscos, aulagas… Este denso bosque propicia la caza de ciervos y jabalíes los fines de semana de los meses de invierno, muy extendida en esta población de 130 corteños, existiendo en ella la “Sociedad de Cazadores los Amigos de La Corte”.
Al parecer, La Corte es la aldea más antigua de Cortegana, que comenzó como un asentamiento antiguo utilizado como zona de descanso y como abrevadero de ganado a su paso por las veredas camino de Encinasola, Jabugo o La Nava. Y como suele suceder en las poblaciones serranas, estos asentamientos se ubican alrededor de manantiales de agua, y precisamente La Corte tiene tres fuentes: la del Puente, los Cortes y el Corcho. Constan de caños de agua que aprovisionan a abrevaderos para el ganado, que a su vez desaguan a una alberca que almacena el agua para el regadío de las huertas de La Corte. Por tanto, es evidente que la agricultura y la ganadería suponen un autoabastecimiento de la mayoría de sus vecinos.
Los derivados del cerdo provenientes de la ancestral costumbre de la matanza del cerdo ibérico es un buen complemento para su alimentación del ciclo anual. Este ritual, que se realiza de forma artesanal, se efectúa una vez al año coincidiendo con los meses más fríos del invierno.
Otro complemento de la gastronomía corteña son las setas. La búsqueda de estos elementos micológicos tiene lugar en distintas épocas del años: las primeras setas (Tana, Tontullo, Josefita, Gallipierno y Lengua de Vaca) comienzan a recolectarse a partir de finales de septiembre, con las primeras lluvias otoñales; entre noviembre y enero se recolecta el Piñatel, Rebollón o Níscalo, y a finales de invierno y principios de primavera se recolecta la reina de las setas, el famoso Gurumelo.
Y volvemos de nuevo a la carretera comarcal de La Corte. Por ella peregrina cada segunda o tercera semana de junio la Hermandad de San Antonio de Padua de Cortegana camino a la ermita de La Corte para encontrarse con la Hermandad de La Corte. Allí se celebra la romería en honor de San Antonio de Padua, patrón de Cortegana.
En las imágenes podemos observar la Ermita de Nuestra Señora del Rosario, templo bendecido e inaugurado por el párroco de Cortegana D. Amadeo Piña Mateo en 1946. Consta de una sola nave, planta rectangular con cubierta a dos aguas en la que sobresale la portada en la cual remonta un pequeño campanario.
Nuestra Señora del Rosario es una advocación mariana, y según cuenta la leyenda, la Madre de Dios, en persona, le enseñó a Santo Domingo (Domingo de Guzmán, sacerdote español creador de la Orden de los Dominicos) a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe (en aquellos momentos, los albigenses).
Acabamos la jornada tomando unas cervecitas en la calle Los Cortes, agradeciendo a Leonor su atención y amabilidad, a la cual le mandamos un saludo.